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martes, 26 de febrero de 2013

El Cálculo

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GESTIÓN DE LA CALIDAD

miércoles, 13 de febrero de 2013

Calidad Personal Julián Marías.

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La calidad personal

Estoy convencido de que mi moderado «optimismo», mi convicción de que el mundo no es tan repugnante como a veces parece y muchos admiten, tiene una de sus causas en que el reducido círculo de mis relaciones próximas tiene una calidad muy aceptable, que sería peligroso generalizar.

Y esto no es casualidad. Creo que es decisiva, tanto en la vida personal como en la colectiva, la capacidad -y la voluntad- de «distinguir de personas». Lo primero que se requiere es atención; lo segundo, tomar en serio lo que se ve y obrar en consecuencia. He tenido decepciones, algunas muy graves, a lo largo de mi vida; unas, originadas en no haber hecho suficiente caso de lo que veía, de haber cedido a la opinión dominante, a ciertos prestigios injustificados; las otras decepciones han sido consecuencia de algo con lo que hay que contar: la posibilidad de variación de las personas, para bien o para mal, la capacidad de rectificación o de abandono, de ceder a diversas tentaciones, de rencor.

En la vida privada esto es esencial, y de ello depende en extraordinaria medida el acierto y la posibilidad de alcanzar alguna felicidad. En la vida pública, y sobre todo cuando se vive en democracia, es probablemente lo más importante. ¿En quién se puede confiar? ¿A quién se puede elegir para que ejerza el poder y lo administre, para que dirija nuestros destinos colectivos? ¿De quién se puede esperar talento, cordura, respeto, decencia?

La televisión, tan lamentable por lo general, que en tan inquietante medida contribuye al descenso de la calidad de los espectadores, tiene una ventaja inapreciable: nos muestra los rostros, los gestos, las palabras de muchas personas que pueden influir en nuestras vidas. Se dirá y se dirá bien, que la proporción no respeta la importancia o interés de las presentaciones: aparecen incesantemente muchos que no lo justifican; pocas, o ninguna, algunos a quienes valdría la pena ver.

Cuando veo a alguien que muestra serenidad, corrección, educación, energía, claridad de pensamiento y palabra, siento una oleada de confianza y esperanza; cuando alguna de estas cualidades falta, empieza mi inquietud, mi descontento. Pero cuando aparece en pantalla alguien que miente, que falta a la verdad, que falsea los hechos, por ejemplo la historia, o lo que otros han dicho, que calumnia, mi descalificación es inmediata y decisiva: se trata de alguien de quien no puedo fiarme, en quien no podré depositar la menor confianza.

Algo semejante me inspira quien aparece dominado por el odio, por el rencor, por alguna pasión inconfesable. La grosería, la mala educación, la cólera desatada contra los adversarios -o contra los próximos discrepantes- indica una calidad humana lamentable.

Las «malas compañías» son también perturbadoras. Cuando personas que tienen alguna pretensión de valor e importancia se asocian a las que no parecen decorosas, la condición de estas últimas refluye sobre las primeras.
A veces se advierten cambios poco explicables: tal escritor, investigador, historiador o político, que había mostrado competencia, acierto y prestigio, vuelve la espalda a todo ello y empieza a decir o hacer cosas incoherentes con lo que se podía esperar. Se sospecha que «respira por la herida», que acaso aspiraba a una distinción o un puesto que no ha conseguido.

Si se exigiera «calidad personal», si se tomara en serio lo que se «sabe», lo que se ve, el acierto sería mayor. Hay personas que se ganan mi estimación y mi confianza a primera vista; hay otras a las que excluyo por haberlas visto mentir, insultar, calumniar, descomponerse patológicamente, exhibir un impúdico rencor, o una patente hipocresía.

Imagínese lo que podría ser la realidad de un país si sus ciudadanos tuvieran en cuenta lo que ven, lo que por eso saben, si dejaran fluir en sus actos lo que sienten en su intimidad. Que no ocurre así es notorio: no se puede contar con que el criterio en la vida real sea la calidad personal de los demás -lo cual llevaría, claro está, a velar por la propia, a no dejarla descender, a no venderla por ningún precio.

¿Por qué es así? Las causas son muchas y dispares. Enumeremos algunas. La primera, la falta de atención; muchos resbalan sobre lo que ven u oyen, no acaban de enterarse, no le dan importancia; en segundo lugar, la mala memoria: no se recuerda lo que hizo buena o mala impresión, no se retiene el entusiasmo o la repugnancia que inspiró una actuación ya lejana. Añádase a esto la desorientación cuidadosamente planeada que se está ejerciendo por diversos medios de comunicación sobre la sociedad. Se da por supuesto que «todo vale»;se vierte sarcasmo sobre lo que se quiere desprestigiar; se equipara lo «frecuente» con lo «normal», esto con lo «lícito», esto con lo «moral». El rasgo dominante en el mundo actual no es la inmoralidad sino la desorientación. Por esto es difícil la claridad sobre la calidad de las personas, improbable que se la tenga en cuenta.

No se me oculta que existe otro factor, parcial pero decisivo. Hay un número de personas, sin duda considerable, que son «incondicionales» de una posición, de un partido político, de un medio de comunicación. Para ellos, eso es la «realidad» sin más. No consentirán ver otra cosa. Ninguna conducta, por repulsiva o errónea que sea, los llevará a retirar su apoyo. Hay algunos núcleos de «fanatismo» -esta es la palabra adecuada- con los que hay que contar.

No sería malo contarlos, saber cuál es su volumen. Se vería que son varios, desiguales en volumen e importancia, en intensidad. El papel que estos fanatismos tienen en el mundo actual es evidente; en algunos países todo está condicionado por ellos; en otros, más afortunados, son minoritarios, pero hay el peligro de que se los deje decidir. He hablado en ocasiones del reciente fenómeno de la «opresión de las mayorías por las minorías»; las organizaciones y el poder de los medios de comunicación lo hacen posible.

Con los grupos fanáticos como tales no se puede hacer nada: su condición los hace inaccesibles a toda persuasión; lo único posible es dejarlos reducidos a lo que son, no hacerles el juego. El caso extremo es el terrorismo, sostenido, de manera evidente, por los que lo hacen posible y acuden siempre en su apoyo.

Los fanáticos son algo más: personas. Si colectivamente no se puede hacer nada con ellos, individualmente sí; la verdad, adecuadamente mostrada, se impone; el día que un fanático «duda», empieza a estar salvado, porque su condición es precisamente no dudar. Por eso hay que esforzarse por decir incansablemente la verdad, con la esperanza de que pueda llegar hasta los que tienen como profesión resistir a ella.

Videos de Apoyo

VÍDEOS DE APOYO


A continuación encontrará una serie de vídeos que le servirán al estudiante a desenvolverse de una manera mucho más ágil y organizada en el proceso de las matemáticas y sus estructura. 





sábado, 9 de febrero de 2013

Matemáticas

LAS MATEMÁTICAS



Las matemáticas, como cualquier otro avance en la historia de la humanidad, parte de las necesidades del ser humano de contar, medir y determinar la forma de todo aquello que le rodeaba. Pero la realidad es que, determinar un origen concreto para la aparición de cada uno de los conceptos que sientan las bases de las matemáticas es bastante más complejo que establecer el origen de la rueda o la cartografía

Las matemáticas permiten adquirir habilidades y destrezas en el manejo de los problemas de ingeniería, estableciendo para ello un lenguaje propio, el cuál permite analizar, desarrollar y diseñar módelos que permitan la solución a problemas.




El término matemáticas viene del griego "máthema", que quiere decir aprendizaje, estudio y ciencia. Y justamente las matemáticas son una disciplina académica que estudia conceptos como la cantidad, el espacio, la estructura y el cambio. El alcance del concepto ha ido evolucionando con el tiempo, desde el contar y calcular hasta abarcar lo mencionado anteriormente. Aunque algunos las consideran como una ciencia abstracta, la verdad es que no se puede negar que esta inspirada en las ciencias naturales, y uno de sus aplicaciones más comunes se lleva a cabo en la Física.

La historia de las matemáticas comienza con la primera gran "abstracción", que es el desarrollo de los números y el contar. Los orígenes de esta disciplina vienen dados por una necesidad bastante básica: la necesidad de contar objetos físicos para el comercio (en sus inicios el trueque), para clasificar extensiones de territorio y para realizar asociaciones relacionadas con los astros. Por supuesto que la siguiente necesidad fue la de realizar operaciones básicas con estos números, para poder hacer predicciones básicas: el sumar, restar, multiplicar y dividir. Además, paralelamente se desarrollaron los conceptos geométricos, de los cuales tenemos pruebas sólidas como los antiguos monumentos monolíticos.

El siguiente gran paso en la historia de las matemáticas viene dado por el desarrollo de sistemas de notación o escritura. Los sistemas desarrollados han sido de una gran variedad, desde el uso de nudos en cuerdas hasta la utilización de conceptos más abstractos como los números que usamos en la actualidad. Un gran paso en este sentido viene dado por la invención del cero en la India.

La refinación de todos estos conceptos básicos lo podemos ver a través de la línea del tiempo en todas las culturas, en libros provenientes de la antigua India, Egipto, Mesopotamia y Grecia. Posteriormente, en el siglo XVI, mediante la interacción entre los nuevos descubrimientos científicos y las matemáticas, es que el desarrollo de la disciplina se vio ampliamente acelerado, llegando a ser una de las fundaciones del conocimiento científico que poseemos hoy en día. De hecho cuando hablamos de "matemáticas aplicadas", nos referimos al uso de las mismas en el contexto específicos de las diversas ciencias, y también en relación con otros ámbitos.

Ahora revisaremos algunos conceptos interesantes. La lógica: Este es un campo que se ocupa de sistemas formales para establecer de manera intuitiva objetos matemáticos como números, computaciones (procesamiento de la información), demostraciones y conjuntos. Las funciones matemáticas: Una función matemática  relaciona cada uno de sus elementos con un resultado o elemento de salida. Por ejemplo la función f(x)=2x, se refiere a que el elemento x, por ejemplo 3, tiene como resultado o salida al 6, o sea f(3)=6. Las fórmulas matemáticas: la fórmula matemática es información simbólica que determina una relación entre cantidades (por ejemplo la famosa fórmula de Einstein E=mc²). La inducción: Es un método de demostración o prueba, para establecer si una determinada aseveración es válida para todos los números naturales (0, 1, 2, 3...).

En la actualidad las matemáticas nos acompañan silenciosamente tras todos los artefactos que utilizamos, las construcciones en las que nos movemos, en nuestros autos y aviones. Las matemáticas, al igual que el lenguaje, más que un invento son la expresión de potencialidades propias del cerebro humano; en palabras simples podemos decir que la naturaleza misma desea que las utilicemos.

 
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